Los irascibles: pintores contra el museo (Nueva York, 1950)
Exposición en Fundación Juan March, MadridExhibition in Fundación Juan March, Madrid
Arquitectura/Architecture Angela Juarranz, Sara Miguélez
Promotor/Developer Fundación Juan March
Comisariado/ Curators Manuel Fontán del Junco, Inés Vallejo,
Beatriz Cordero
Registro/Registration Marta Ramírez
Construcción/Construction Solart Soluciones en Arte
Registro/Registration Marta Ramírez
Construcción/Construction Solart Soluciones en Arte
Fotografía/Photographs Dolores Iglesias/Archivo Fundación Juan March
Lugar/Location Fundación Juan March, Madrid
Año/Year 2020
Enlaces/Links
Los irascibles: pintores contra el museo. Nueva York, 1950
Visita virtual
Lugar/Location Fundación Juan March, Madrid
Año/Year 2020
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Los irascibles: pintores contra el museo. Nueva York, 1950
Visita virtual
Los irascibles: pintores contra el museo (Nueva York, 1950)
La fotografía que acabó convirtiéndose en el retrato canónico de la generación de artistas de la Escuela de Nueva York fue tomada por la revista Life en 1950 para ilustrar una protesta colectiva contra una exposición de arte norteamericano contemporáneo programada por el Metropolitan Museum of Art para finales de ese año, “American Painting Today” (Pintura estadounidense actual). Con esa instantánea como punto de partida, “Los irascibles: pintores contra el museo (Nueva York, 1950)” presenta al elenco de artistas que protagonizó dicha controversia y pone de manifiesto la enorme complejidad del contexto del arte norteamericano del momento.
El diseño expositivo acompaña el propósito curatorial de la muestra, por un lado, enfatizando la relevancia que tuvieron las revistas y catálogos de la época y, por otro, generando un recinto especial para las obras de los dieciocho artistas. El proyecto reinterpreta los talleres de la época, no sólo como lugar de trabajo, sino como impronta donde los pintores manifestaron sus inquietudes espaciales, formales y materiales. El recorrido por la exposición rememora el uso de la madera, los sistemas constructivos en seco, la flexibilidad de formas autoconstruidas y las distribuciones abiertas y espontáneas. Este lenguaje continúa en la sala principal, donde se presentan las obras en comunidad y se recrea la paradoja de una arquitectura dentro de otra; un espacio en transición, entre el estudio del artista, la galería y el museo. Se logra un lugar cuidado, pero difuso e inestable, que se aleja de la sala de exposición blanca que instauró la modernidad, reflejando el momento previo a la consolidación de estos artistas dentro de la institución museística.
La fotografía que acabó convirtiéndose en el retrato canónico de la generación de artistas de la Escuela de Nueva York fue tomada por la revista Life en 1950 para ilustrar una protesta colectiva contra una exposición de arte norteamericano contemporáneo programada por el Metropolitan Museum of Art para finales de ese año, “American Painting Today” (Pintura estadounidense actual). Con esa instantánea como punto de partida, “Los irascibles: pintores contra el museo (Nueva York, 1950)” presenta al elenco de artistas que protagonizó dicha controversia y pone de manifiesto la enorme complejidad del contexto del arte norteamericano del momento.
El diseño expositivo acompaña el propósito curatorial de la muestra, por un lado, enfatizando la relevancia que tuvieron las revistas y catálogos de la época y, por otro, generando un recinto especial para las obras de los dieciocho artistas. El proyecto reinterpreta los talleres de la época, no sólo como lugar de trabajo, sino como impronta donde los pintores manifestaron sus inquietudes espaciales, formales y materiales. El recorrido por la exposición rememora el uso de la madera, los sistemas constructivos en seco, la flexibilidad de formas autoconstruidas y las distribuciones abiertas y espontáneas. Este lenguaje continúa en la sala principal, donde se presentan las obras en comunidad y se recrea la paradoja de una arquitectura dentro de otra; un espacio en transición, entre el estudio del artista, la galería y el museo. Se logra un lugar cuidado, pero difuso e inestable, que se aleja de la sala de exposición blanca que instauró la modernidad, reflejando el momento previo a la consolidación de estos artistas dentro de la institución museística.